¿Es necesario tanto idiotismo cuando nos decimos enamorados? ¿En qué consiste esa locura transitoria que puede acabar con todo? ¿Construcción o destrucción? ¿Cuento o realidad? ¿Necesario romanticismo? ¿Patología emocional?
Cuántas preguntas, ¡ay! Y apenas algún mísero bosquejo de respuesta. Solo una escena rala y algunas marionetas. Una simple historia guiñolesca, un triángulo amoroso cercano a cualquiera. Una joven pareja que empieza a convivir y se aburren de ellos mismos demasiado pronto. La aparición del amor con mayúsculas y una estabilidad que estalla en cien mil pedazos. Tal vez pudo hacerse algo. Tal vez no…
Ya se sabe, la pasión calienta la sangre y cuando la sangre hierve se puede derramar. Todo aboca a un final violento. Ciertamente, quien mal anda, mal acaba… Pero, ¿merece tal castigo el amor? ¡Quién sabe! Tal vez nos guíen, dudoso camino, las flemosas palabras de Maese Duporco, inválido y supurante maestro de ceremonias de esta historia. Resentido y accidentado enemigo del amor, ¿qué reflexiones nos regalará, entre esputos y malsonancias, sobre el noble sentimiento de sentimientos?
Por lo demás, poco más. Un teatro dentro del teatro. Una farsa amorosa donde nadie gana, ni siquiera el amor. Un cerdo guarro y con pelos en la lengua, que no son suyos precisamente …
Todo esto para contar la historia de Monique, joven emparejada y en edad de casamiento, que descubrió, sin apenas haberlo imaginado, el amor con mayúsculas. “¡Ay Monique, Monique Fornique, la que te viene encima!” augura el porcino maese y no le falta un ápice de razón.
Andreaaaaaaaaaa
Esto huele muy bieen !!!
Fuerza carajo ! Ritata