Los ensayos han comenzado. Y he aquí donde nos hayamos probando, repitiendo y ajustando réplicas, movimientos, cuadros y posturas fornicantes para lo que será en unos meses la versión rectal de Monique Fornique. Donde hemos levantado nuestro teatrillo, donde duermen —entre utensilios restauránticos— nuestros muñecos y nuestros sueños. Bienvenidos al camarote ortopédico. Sabemos que nada bueno saldrá de allí. Por eso nos gusta tanto, oigan.
Un retablo fantasmagórico, el genuino y trastabillante, preside la estancia.
Los muñecos comparten felizmente lugar de pernocta con cebollas, viejas cafeteras arrumbadas y otros enseres.